miércoles, 9 de julio de 2008

La Madre de las Historias

Como su nombre lo dice, esta es la madre del cordero, un cuento que te cuenta por qué, el que cuenta, lo hace.
La historia nos la contó Francois Vallaeys, en una noche reunidos con amigos en mi cumpleaños, ¡estupendo regalo! Así que la escribo como la recibí:


---Esta mujer no era feliz. Vivía a las afueras de un gran bosque junto con su marido, un leñador, en los primeros tiempos del mundo.


¡Ja! Su marido, su marido tenía el alma tan oscura y peluda como su barba y él decía siempre:
“¡Jo! Pega a tu mujer: si tú no sabes por qué, ella sí lo sabrá... aja je ja”


Y esa era su filosofía matrimonial. Y bueno, cada día que regresaba de cortar leña entraba a la cocina, dejaba la leña por un costado, agarraba un palo lo levantaba y FA, FA, FA, le daba una gran paliza a su esposa, sin pretextos, sin explicación.


Mujer callada, mujer frustrada, mujer avergonzada. Y ella ¡ja!, nunca había sonreído desde su matrimonio.


Sin embargo, un día que él se había ido a cortar leña, ella empezó a sonreír. Sentía una flor abrirse en su vientre, una nueva vida crecer. “Un bebe: voy a tener un bebe”, se dijo y se puso muy feliz.


Pero de pronto pensó: “Mi marido, los golpes en la noche, podrían alcanzar al feto, podrían matarlo; tengo que proteger su vida, pero ¿cómo hacer?”


Y estuvo todo el día pensando y pensando como proteger la vida de su bebe.


Pero cuando llegó la noche y llegó su marido, ella, a pesar de su angustia, había encontrado una fuerza serena como de mil robles.


El entró, dejó su hacha por un costado, agarró el palo lo levantó y....
“¡No, no! Espera, te voy a contar un cuento: esteeee.... es bien bonito y me pegarás después...”. “Oh”, dijo el marido y se quedó con el palo levantado para escuchar la historia y ella, mirando al palo, empezó a contar.


Oh! No sabía lo que iba a contar pero las palabras empezaron a fluir de ella. Era mágico. Era como una fuente sonriente de cuentos, mitos y leyendas extraordinarias.


Él escuchaba los cuentos boquiabierto sin moverse.


Ella también estaba muy sorprendida y duró toda la noche cuentos tras cuentos.


Y cuando llego la lucecita de la mañana, él dejo el palo, agarró su hacha y se fue a trabajar.


Más tarde, cuando llego la noche, regresó a casa, dejó el hacha, agarró el palo…
“¡No, no, espera! Tengo mas cuentos! Vas a ver, las historias son bien bonitas y me pegarás después”.


¡Ah!
Y otra vez empezó a contar... y vino esa fuente inocente, sonriente de cuentos, mitos y leyendas extraordinarias. Mujer inspirada, mujer liberada, mujer narradora. Y eso duró todo el embarazo, los nueve meses del embarazo.


Ella cada noche contaba cuentos y sin duda sucedía algo con los cuentos porque noche tras noche él cambiaba de actitud. Como una luz de lucidez se prendía en sus ojos, se ponía más tierno y, cuando nació el bebé, varón fue. Oh! Él se sentía invadido por un sentimiento cósmico..., atravesó el país de las lágrimas y descubrió el amor y fue un buen padre y nunca más pegó a su mujer; al contrario, fue muy tierno.


Bendita sea esa mujer. Ella es la madre de las historias; gracias a ella existen cuentos, mitos y leyendas en la tierra.


Benditos sean los cuentos porque ellos protegen la vida de los bebés por nacer y a veces logran callar a los puños y a los palos.


Y bendito seas tú que estás escuchando los cuentos porque gracias a ti va a poder seguir adelante ese gran río milenario de bocas y oídos que trajo esas historias hasta la puerta de tu corazón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lindo de verdad, vaya lo cierto es que las mujeres nos la hemos pasado inventando cosas para tratar de cambiar el rumbo de las circunstancias ...